Si todo camino empieza por tomar una decisión.  La pregunta entonces es, ¿Que camino has decidido tomar tu? El camino que ahora  llevas fue una decisión meditada o simplemente lo llevas por qué crees, que no puedes elegir ¿el tuyo? Y si es un camino que elegiste sabes entonces adonde te ¿llevará? . Todo camino te llevará a un lugar y todos estamos en esta vida  en camino hacia uno, la vida misma se compara a un viaje que tiene un inicio y por lo tanto un final, el camino es la dirección a la cual llevas tu vida, ¿Donde quieres estar cuando este final llegue? ¿Qué deseas disfrutar en el trayecto?

¿En qué parte del viaje vives?

Eso depende de cuánto tiempo tienes en esta vida. El mejor momento para tomar una decisión como esta de una manera correcta y adecuada, es en la etapa de la juventud. Edad en la cual nos dejamos influenciar por nuestras emociones o por nuestros sentimientos que empiezan a fluir de formas nuevas para nosotros, llevándonos muchas veces a confusión, confusión que dura a veces toda la vida.

La falta de dirección, confianza, amor, apoyo, seguridad, nos puede dar una vida sin propósito, y es entonces que nos dejamos llevar por un camino que no queremos recorrer haciendo de este viaje un trayecto penoso y agotador, aún sin sentido de propósito o de objetivo, dándonos a nosotros mismos una vida llena de problemas, no dándonos cuenta que la vida que llevamos es nuestra responsabilidad, nuestra y no de otros.

La falta de reconocer esto no nos permite producir en ella cosas buenas y disfrutables sino amargura de corazón y angustia. Una persona que va por la vida recordando lo malo de su pasado, no logra trazarse de ninguna forma una dirección de éxito, porque vive mirando su pasado camina de espaldas a su futuro dejando de disfrutar así de lo bueno que la vida le quiere dar.

Uno de los principales motivos de andar en este tipo de camino, es la falta de perdón a las personas que influenciaron mal o le produjeron algún daño, renovando este dolor todos los días y trayendo este mal a su presente y por tanto a su futuro, haciendo de este una continuación de lo que ya pasó sin producir cambios en su vida sin más anhelo que la revancha, cargando su vida con un peso imposible de sobrellevar, sin un propósito mejor que alcanzar. Perdonar para sanar nuestras heridas es la solución. ¿Cómo?

Recibiendo el perdón que El nos ofrece gratuitamente, un perdón  disponible para todo aquel que desee tomarlo, pues nadie puede dar, lo que aún no ha recibido.

                                                                                                         El Nabi.