Se dice que los sacrificios humanos son cosa del pasado y de culturas primitivas o salvajes, con ideas y conceptos fuera de tiempo y de toda razón. Pues estos se realizaban como adoración a sus dioses, o para evitar que esto dioses traigan sobre ellos desgracias o para agradecer por una buena cosecha, por el cambio del clima o para evitar que alguna desgracia caiga sobre ellos, es decir para que estos dioses les den un buen y agradable futuro, tiempos de abundancia material.

Ahora bien, será cierto que estos sacrificios ¿concluyeron? ¿Estará nuestra civilización, libre de estos? ¿Acaso nuestra cultura, logró superar estas ideas y conceptos errados? ¿Habrá cesado el temor del hombre a su futuro y ante tal desconocimiento, lo sigue haciendo?

Tratemos de reconocer estos signos en nuestros tiempos. Quizá encontremos alguna, de tantas, respuestas en lo que sigue.

Durante muchos milenios el ser humano realizó estos sacrificios utilizando para ello a seres que eran inocentes, eran personas jóvenes o vírgenes, traídas de otros pueblos o de entre su propia gente, estos eran arrojados de grandes alturas, echados a brasa de fuego, mutilados, desangrados, destazados vivos, etc.

Personas que podían pedir compasión o misericordia, pero sus voces no eran escuchadas ni tomadas en cuenta por aquellos que lo realizaban, por que mayor eran sus temores y miedos al castigo de sus ídolos. Motivados por su propio bienestar sin tomar en cuenta los derechos de aquellos que eran sacrificados. Un sistema de pensamiento realmente salvaje, ¿verdad?.

Pero estos no han concluido, peor aún se han transformado en una suerte de conveniencias personales y no grupales, los nombres de los ídolos o dioses han cambiado, ahora se llaman, “que dirán”, ”no me veré bien”, ”y mi futuro”, o simplemente “no lo deseo”, y con estos y muchas excusas más sacrifican a sus propios hijos, aun antes de nacer, estando en sus propios vientres.

Ahora no le llamamos “sacrificios humanos” le llamamos, “aborto”. Puedes razonar de mil formas distintas pero lo real, es que los métodos han cambiado pero el sentido es el mismo, temor e incertidumbre, y egoísmo al nivel mas bajo. Existen datos que nos muestran esta indígnate realidad, que muchos tratan de esconder, pero cuando esos datos se conocen y nos damos cuenta del alcance mundial de este asunto, es evidente que los que proponen el derecho a elegir el aborto promueven que se elija algo que no es razonable ni natural, ni para el individuo, ni para la sociedad.

Aquí algunos datos*  sobre la magnitud del aborto, solo en EE.UU.:

- Cada año hay 1800000 abortos en los EE.UU.

- Un 7% se atribuye a peligros para la salud física o psicológica de la madre.

- En un 1% de los casos ha habido violación o incesto.

- El 92%, aproximadamente de abortos, se practican alegando razones sociales, económicas o personales.

- Tres de cada cuatro mujeres que abortan dicen que un hijo interferiría con el trabajo, la escuela u otras ¿responsabilidades?

- El número de abortos en EE.UU. es más de un tercio del número total de nacimientos; cerca de la cuarta parte de todos los embarazos terminan en abortos inducidos.

- Los Estados Unidos sobrepasan a todas las naciones de Occidente en el número de abortos por cada 1000 mujeres en edad de procrear.

- Jóvenes adolescentes entre 11 y 19 son responsables por el 26% de todos los abortos. Las jóvenes de 18 a 19 años tienen un porcentaje más alto de abortos: 63 por cada 1000.

- Un 45% de las jóvenes menores de edad que se practican abortos lo hacen sin el consentimiento de sus padres.

- La mayoría de las mujeres que abortan NO son pobres.

- Más del 48% de mujeres que abortan, son segundos abortos.

En esta nación se ha matado (hasta 1990) a más de 30 millones de niños no nacidos desde 1973, año en que el Tribunal Supremo legalizó el aborto. Esto es 20 veces más que el número de estadounidenses que murió en la guerra civil, las dos guerras mundiales y en la de Vietnam, combinadas. Y miramos a EE.UU. como una nación con una cultura y sistema de pensamiento dignos de imitar.

En Sudamérica, principalmente en Perú, no hay estadísticas sobre el aborto, ya que no están permitidas por ley, peor aun conociendo lo informal que es nuestro país. Solo en Argentina se practican casi 400.000 abortos al año. Aquí quizá estemos lamentablemente cerca.

Mediante las técnicas para practicar los abortos, a los bebés se les desmiembra cortándolos en pedazos, o se les quema vivos en una solución salina; no se les da anestesia.

¡Sufren una muerte horriblemente dolorosa!

Muchas son empujadas a tomar tal decisión, por varones perversos y egoístas que tienen los mismos razonamientos o motivos arriba mencionados.

Los traumas producidos a estas mujeres surgen en la mayoría de los casos al cabo de 3 a 5 años luego de habérselos practicado, algunas mujeres tienen problemas emocionales y psicológicos inmediatamente después del aborto, otras los tienen muchos años después: se trata del Síndrome Post Aborto.

Las mujeres que lo padecen, niegan y reprimen cualquier sentimiento negativo por un periodo promedio de al menos cinco años. Después surgen una variedad de síntomas, desde sudoraciones y palpitaciones hasta anorexia, alucinaciones y pesadillas. Los síntomas son sorprendentemente similares a los del Síndrome de tensión post traumático que sufrieron algunos veteranos, 10 años o más después de haber combatido en una guerra.

Todo esto debido al sentimiento de culpa, al darse cuenta del acto cometido, y de su falta de arrepentimiento.

Tales consecuencias estarán con ellas toda su vida. Al menos que al arrepentirse, pidan perdón a Aquel que lo puede ofrecer y aceptar. Pues es Él, el que da la vida y el único que la puede volver a tomar, y cura las heridas que por egoísmo e ignorancia se producen en el alma.

En Él encontrarás el perdón, el amor, la pureza y la confianza que necesitas para empezar de nuevo, realmente empezar de nuevo.  Sin el peso de la culpabilidad, y sin el dolor de tus heridas.

Acepta su perdón y reconciliación hoy.

                                                                                                                    El Nabí